lunes, 16 de marzo de 2009

¿CÓMO TE PRESENTAS?

¿Alguna vez te habias cuestionado tu forma de presentarte ante los demás?
Es una pregunta subjetiva, que sin embargo es muy importante. Si entendemos que solamente tenemos una oportunidad de dar una buena primera impresión, quizá dedicaríamos más tiempo a pensar la respuesta a esta pregunta. Lo que proyectemos es lo que los otros van a ver. Y si además le añadimos que van a verlo desde su propia percepción, con su propia carga emocional, entonces de verdad pienso que es un milagro que los seres humanos tengamos la posibilidad de relacionarnos.
Aún así, paso a paso lo vamos logrando, desarrollando y generando relaciones en distintos planos y en diferentes entornos, como la familia, el trabajo y los lugares sociales donde nos desenvolvemos. Obviamente, en cada uno de estos lugares interactuamos diferente pero a todos llevamos nuestra carga emocional y la forma en la que aprendimos a relacionarnos con los demás y tarde o temprano surgen tanto los aspectos positivos como los negativos.
Por ejemplo : Cuando estamos acostumbrados a vivir culpando a los demás de todo lo que nos sucede, estamos habituados a no tomar responsabilidad de las consecuencias de nuestros actos, y por ende no podemos desarrollar la capacidad de resolver nada, porque como nada "es mi culpa" pues no tengo nada que arreglar. Y a ese tipo de personas siempre les suceden cualquier cantidad de cosas, además de que siempre los demás son responsables de ellos generando un vínculo de codependencia.
Ejemplos como éstos hay muchos, lo importante es comprender que si quiero generar cambios en mi entorno, éstos tiene que ser profundos, esenciales. La forma en que me veo, la forma en que me vivo, la forma en que me relaciono conmigo mismo primero y después con los demás, tienen que cambiar estructuralmente y si no es así, en cuanto surja el primer problema, o a la primera señal de presión, vuelven a surgir esas características que me siguen identificando porque no se transformaron, sólo se disfrazaron.
El cambio lo decido yo, y en el momento en el que, en lugar de dejarme llevar por la costumbre, me permita hacer un alto y pensar cómo quiero y qué quiero cambiar, entonces ese será el primer paso para dicho cambio.


Te regalo un cuento que me llegó hace unos días por correo y espero que te haga reflexionar como a mí.



Un cuento árabe sobre la amistad.


A un oasis llega un joven, toma agua, se asea y pregunta a un viejecito que se encuentra descansando:
-¿Qué clase de personas hay aquí?
El anciano le pregunta: "¿Qué clase de gente había en el lugar de donde tú vienes?"
-"Oh, un grupo de egoístas y malvados" replicó el joven. -"Estoy encantado de haberme ido de allí."
A lo cual el anciano comentó: "Lo mismo habrás de encontrar aquí."
Ese mismo día, otro joven se acercó a beber agua al oasis, y viendo al anciano, preguntó:
-"¿Qué clase de personas viven en este lugar? "
El viejo respondió con la misma pregunta: "¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tú vienes?"
-"Un magnífico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado."
"Lo mismo encontrarás tú aquí", respondió el anciano.
Un hombre que había escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo:
-"¿Cómo es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta?
A lo cuál el viejo contestó: "Cada uno lleva en su corazón el medio ambiente donde vive.
Aquél que no encontró nada bueno en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra cosa aquí.
Aquél que encontró amigos allá podrá encontrar amigos acá".

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